Como todas las tardes Onil el cazador estaba cerrando todas las ventas de su casa con la tranca, mientras en la chimenea se cocía el conejo que cazó por la mañana, ya solo faltaba una por cerrar, enseguida de cerrarla las contemplaba y se cuestionaba cuando tendría que renovar las placas de madera que mantenía en lugar de cristales, avanzada la noche como siempre afuera se escuchaban toda una variedad de gruñidos y chillidos grotescos, Onil comía tranquilo pues ya estaba acostumbrado a esos ruidos, de repente un fuerte grito de lo que parecía ser un hombre, Voz- SHIRK!!!.
Un violento estruendo colmo la aldea, seguido de una serie de chillidos desgarradores de bestias, lo que ocasionó que Onil se levantara a gran velocidad y se hiciera con su arco y flechas y se plantara preparado a atacar a cualquier cosa que atravesara la puerta de roble que protegía su pequeña casa, mientras que afuera se escuchaba como si una batalla se llevara a cabo.
Los ruidos se calmaron con un último estruendo y la noche evolucionó con una tranquilidad que jamás había escuchado Onil en su vida. Al amanecer la gente comenzó a salir de sus casas y con gran asombro veía restos despedazados de lo que parecían sátiros y cerdos, la aldea se quedó congelada al ver tal cantidad de vísceras y sangre en los caminos interiores, las mujeres no dejaron salir a los niños, el olor fétido era desagradable. Los hombres aunque pocos comenzaron la limpieza, mientras el silencio permanecía en las bocas de todos, las preguntas rodeaban la mente de Onil- ¿Que demonios pasó aquí?-. Entre el silencio se escuchó un rechinido proveniente de las puertas del establo al oeste del pozo, los leñadores y el cazador que eran los únicos con armas se acercaron con mucho cuidado al establo mientras que los otros dos hombres de la aldea se quedaron junto al pozo. Lentamente un paso a la vez avanzaron y lograron llegar con sigilo a la puerta del establo la cual vieron que estaba abierta, Onil dijo - yo entrare primero, ustedes esperen aquí y entren a mi señal -. Justo cuando iba a entrar se escuchó de nuevo la voz - ¡No entres no es seguro! -. A lo que Onil respondió - ¿Quién eres y que pasó aquí? -. La voz respondió -. ¡Acabé con todos menos uno y si escapa irá por más bestias! -. Onil dio un paso cruzando el portal del establo, más que preparado con el arco y las flechas , vio con tristeza que los cuatro caballos estaban desollados, al alzar la mirada vio a un hombre vestido de túnica azul marino con manchas de sangre, su rostro se perdía en la oscura capucha y en su mano derecha sostenía una vieja espada de cobre y en la izquierda una pequeña esfera de cristal negra, Onil apuntó su flecha al extraño hombre que no se movía, ni siquiera levantaba las manos, fue cuando una figura oscura salió con gran velocidad de uno de los pilares Onil disparo la flecha a lo que distingue como un sátiro de altura igual a la de un hombre mayor, la flecha hirió el brazo del sátiro y este se abalanzó a Onil - ¡Entren -. Grito y los leñadores corrieron a su ayuda pero en una maniobra el sátiro atrancó las puertas y Onil se encontraba junto al pilar central y disparó dos flechas más pero el sátiro las esquivó y con un golpe de su pezuña lo derribó, fue cuando el extraño atravesó el torso del sátiro, justo frente a Onil cayó el sátiro.
El extraño le tendió la mano y ayudó a levantarse a Onil y el extraño le dijo - Ya no volverán esos vástagos a esta aldea, mi nombre es Rust soy un mago de Percor, una zona rocosa y montañosa al oeste de aquí, ¿tu quien eres? -. Onil con asombro le respondió - mi nombre es Onil -. Bajo la mirada y al momento desapareció al igual que los restos de los sátiros.
Esa fue la historia del extraño que vistió Iati y la última vez que los aldeanos temieron a la oscuridad.
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